¿Es cierto que los clubes organizadores quedaron golpeados en sus presupuestos? ¿Cómo se explica esto con el ingreso masivo de turistas a la Capital del Carnaval, en el último verano? ¿Acaso la principal fiesta de la ciudad perdió viabilidad económica? Estas inquietudes afloraron en el diálogo que EL DIA mantuvo con el contador Diego Fernández Elgue, que lleva los números del Carnaval.
Por Marcelo Lorenzo
- Hay versiones apocalípticas sobre el quebranto de los clubes organizadores del Carnaval. Por lo pronto, habría que explicar la siguiente paradoja: cómo es posible que mientras se diga que la última temporada turística de la ciudad ha sido exitosa, al Carnaval le ha ido mal.
Diego Fernández Elgue:- Efectivamente, la temporada turística para la ciudad fue buena, pero al espectáculo del carnaval no le ocurrió lo mismo. Básicamente hubo menos público, se vendieron menos entradas. Ahora bien, eso no significa que los clubes perdieran plata. En realidad, cubrieron sus costos y les quedó un pequeño margen. El tema del Carnaval es otro y más serio: es el escaso margen para semejante riesgo. Es un espectáculo a cielo abierto que está supeditado a las condiciones climáticas y a cualquier vaivén en la situación del país. Cualquier acontecimiento fortuito, de índole negativa, como un fin de semana lluvioso, le pega en forma directa. Al afectar la fiesta, afecta las finanzas de los clubes organizadores. Porque el Carnaval se desarrolla en unas pocas horas de un solo día de la semana. Si ese momento no es propicio, entonces sonó.
- Usted menciona el factor climático como condicionante. ¿Impactó en el verano último?
- Entre otras circunstancias, jugó un rol importante. El estado del tiempo es fundamental. El 2011 fue una temporada exitosa, entre otras razones porque el cielo no complicó. Este año, de diez noches cinco fueron con buen tiempo y cinco con mal tiempo. Esto mató. No se necesita que llueva en el momento en que tiene lugar el evento. Basta con que el fin de semana se presente inestable, con posibilidad de lluvias, para que haya una retracción del público. Así como con la cuestión climática, durante su historia el Carnaval ha debido lidiar con otros eventos aleatorios, como el brote de cólera o los problemas en los obenques del puente Zárate-Brazo Largo. Cuando el espectáculo recibe uno de esos golpes, lo dejan muy herido, le causan grave perjuicio.
- Técnicamente, hoy los clubes se ven imposibilitados de distribuir utilidades, porque sólo se cubrieron costos. ¿Esto es correcto?
- Los clubes pagaron todos sus gastos, cubrieron sus costos y les quedó algún peso. No nos olvidemos que los clubes viven prácticamente del Carnaval. Con el ingreso de la cuota y demás no pagan ni la luz. La fiesta es el medio de sustento de los clubes, prácticamente. Financia todas las actividades sociales y deportivas de cada institución. El otro costado del problema es que los costos del Carnaval, un espectáculo que se profesionaliza año a año, van creciendo enormemente. Imaginemos a un club al que le quedaron 4 millones de pesos, pero gastó 3 millones y pico en la comparsa. El excedente que tiene es de 700 u 800 mil pesos. Uno puede pensar que esto es un negocio brillante. Pero no lo es. Porque esa ecuación de desparrama con una noche de lluvia.
- Se suma, además, el hecho de que hay que reinvertir para la próxima edición…
- Claro, por eso digo que es un enorme riesgo el que asumen los clubes. Y hay otro tema: para poder generar la actividad turística toda de Gualeguaychú en verano, se necesita una enorme promoción. Porque a la gente hay que traerla a la ciudad. ¿Cómo hacés para buscar ese público? La clave pasa por realizar un enorme esfuerzo de publicidad. Y ese esfuerzo lo hace solamente el Carnaval.
La promoción descansa en la fiesta
- ¿No es que Gualeguaychú tiene una marca registrada, ya instalada en el mercado?
- Sí, pero año a año hay que hacer marketing porque el mercado turístico es muy volátil. El público, con todas las posibilidades de movilización que existen hoy, tiene opciones diversas en un verano. Puede ir a la costa, a Córdoba, al extranjero. Más allá del posicionamiento de la ciudad, hay que atraerlo en temporada (…) Este no es un espectáculo que se da en la calle Corrientes, donde al público está ahí. El carnaval se hace en Gualeguaychú, y por tanto hay que buscar al público que reside en las grandes ciudades (…) Es decir, hay que salir a vender Gualeguaychú, con todas las consecuencias que eso significa. Y eso recae en el Carnaval. De que acierte o se equivoque en esto, depende toda la actividad turística de Gualeguaychú. Por eso está bien lo que están haciendo los clubes organizadores de contactarse con la comunidad local. Porque ellos están muy solos en las decisiones fundamentales, pese a que lo que hacen repercute en todo el turismo de la ciudad.
- Usted habla de costos en constante crecimiento. ¿En qué medida el valor de las entradas puede acompañar esa suba?
- Bueno, ahí hay un límite. Y esto está probado matemáticamente.
Hay una correlación directa entre el precio de la entrada y la cantidad de público al Carnaval. Uno puede decir: para cubrir los costos, entonces hay que aumentar el precio de las entradas. Pero esto tiene un techo, por encima del cual el ingreso del público se retrae. Y ahí está la paradoja. El público que viene a Gualeguaychú está atraído por la promoción que hizo el Carnaval. Pero resulta que no necesariamente esa gente paga la entrada para ver el espectáculo. Es decir es un turismo que, pese a ser atraído por la promoción del espectáculo y lo que genera, no lo beneficia directamente yendo al Corsódromo.
- Si los ingresos no compensan los mayores costos estamos en problemas. Por otro lado, como usted bien dice, indexar el precio de la entrada tiene un límite…
- El que te da el juego de la oferta y la demanda (…) Creo que es un cúmulo de cosas. Está el hecho de que éste es un espectáculo a cielo abierto. Si el clima no te acompaña en las 11 noches, eso te mata. Por otro lado, uno no puede cargarle todos los costos crecientes al público del Carnaval, a través de un valor exorbitante en la entrada. Algo que finalmente termina jugando en contra. Como se ve, es un tema complicado.
- Si tuviese que definir el momento que atraviesa el Carnaval, ¿qué diría?
- Es un momento donde hay que pensar en el largo plazo. El Carnaval ha venido creciendo ininterrumpidamente todos los años. Pero los clubes vienen advirtiendo que la actividad turística de Gualeguaychú es carnaval-dependiente. En el sentido de que se descansa demasiado en las decisiones que toma el Carnaval. Lo que se necesita es una mayor interacción entre todos los sectores que se benefician de la fiesta. Porque estamos frente a una actividad que beneficia a todos, que reparte democráticamente los dividendos.
- ¿Hay un problema en el escenario del espectáculo?
- Le falta inversión al circuito; por ejemplo un túnel para agilizar la circulación del público. No se ha hecho el mantenimiento necesario. El carnaval ha hecho inversiones muy importantes dentro del circuito. Ha puesto allí más de un millón trescientos mil dólares. Todo eso lo hacen los clubes. Las tribunas de cemento, los VIP, son todas inversiones cuantiosas que forman parte de las utilidades de los clubes. Eso contribuye al patrimonio público, porque son bienes para usufructo social. A veces no se ve el enorme esfuerzo financiero que eso le implica al Carnaval, a sus cuentas. Las tribunas no son de los clubes, aunque ellos las pagaron en gran medida.
- ¿Cuál es el costo de una comparsa?
- No sabría decirlo. Porque cada club tiene su comparsa. Y cada club tiene su administración, sus particularidades. Las comisiones que dirigen las instituciones van cambiando. Probablemente algunas se manejen mejor que otras; unas sean más austeras que otras. Insisto en que la profesionalización del espectáculo conduce a mayores costos. Los insumos y la mano de obra se encarecen año a año. No nos olvidemos que ya los artistas del carnaval son profesionales, cotizados incluso fuera de Gualeguaychú.
¿Qué sería sin el Carnaval?
- Imaginemos un escenario hipotético de un Gualeguaychú sin Carnaval. ¿Qué pasaría con el turismo?
- Creo que se resentiría enormemente. Porque él es el motor del turismo de verano. Es la principal atracción. Aunque no vaya al espectáculo, más del 70% de la gente que arriba a la ciudad viene atraída por él. Nos consta la presencia de grupos de matrimonios algunos de cuyos miembros van a la fiesta, y otros no.
- ¿Qué incidencia juega el sistema de precios? ¿No cree que los valores que se cobran son picantes?
- Es probable. Pero el turista percibe la totalidad. No sólo está el costo del Carnaval, sino de la ciudad globalmente considerada. Porque él come y se hospeda acá, toma el remis en la ciudad, aquí se estaciona, aquí consume. Hay que hablar, en este sentido, de un ‘costo Gualeguaychú’. ¿Se corresponde lo que paga con el servicio que espera obtener? (…) Es probable que estemos salados en nuestros costos internos. Y que haya un público que no acepte ese costo. Esto amerita una política concertada de todos los sectores vinculados al turismo.
Lo que debe cambiar y lo que no
- Algunos hablan de promover un nuevo gerenciamiento del Carnaval. Llegan a proponer otra forma institucional para administrarlo. ¿Usted qué piensa?
- Ese es otro tema. El carnaval no puede ir hacia otra forma. Por una razón muy simple: en ese caso no podría sustentarse. El carnaval es informalidad. ¿Por qué? Si fuera una entidad jurídica, por ejemplo una sociedad anónima, tendría que pagar el IVA y el 35 % del impuesto a las Ganancias, tendría que pagar los impuestos provinciales, los impuestos municipales, las cargas sociales y demás. Si ya tenemos los límites qué tenemos, ¿cómo pagaríamos todas estas cosas? Por tanto es imposible salir de la informalidad.
- ¿De ahí la discusión que hubo no hace mucho con la AFIP por el IVA?
- Exactamente. El organismo recaudador decía: señores, el carnaval es un espectáculo tiene que pagar IVA. Lo que pudimos demostrar, en esa oportunidad, es que el carnaval era un espectáculo teatral, y por tanto le cabían las exenciones impositivas a este género. Un argumento de peso a nuestro favor fue que el Instituto Nacional del Teatro había premiado como espectáculo teatral al carnaval de Puerto Iguazú en Misiones (…)
- Con este cuadro de situación, en su opinión ¿qué cosas deberían cambiar?
- Es importante que la comunidad, y el resto de los actores turísticos, comprendan la fuerza económica del Carnaval, y en este sentido que interaccionen con los clubes para afrontar en forma conjunta los desafíos que plantea el turismo. Creo que tenemos que pensar en una política de turismo a largo plazo. El peor escenario es que cada uno haga su propio juego. Pero eso en desmedro del conjunto. El Carnaval, por ejemplo, podría por sí solo hacer la suya. Ante una situación de adversidad, y en la necesidad de sobrevivir, podría decidir bajar la calidad del espectáculo. ¡¿Pero esto en qué beneficiaría a la ciudad?! Si el espectáculo se achica, Gualeguaychú lo va a sentir.
- Insinúa, entonces, que la solución del Carnaval no pasa por él exclusivamente.
- Lo que digo es que es importante dimensionar los efectos del espectáculo sobre el turismo en general. El Carnaval es un elefante, se mueve y puede hacer daño. La dirigencia de los clubes ha sido siempre consciente de esto. De ahí que siempre se interesó, al fijar la política de precios, en que se quedara más tiempo el público consumiendo en la ciudad. Hubo épocas en que el 50% del público se volvía a su ciudad en las noches pico. El carnaval hizo los esfuerzos necesarios para lograr que la gente se quedara. Antes el turismo de Gualeguaychú era de febrero. No era de enero. La gente iba a otro lado. Hace muchos años, gracias al carnaval, Gualeguaychú tiene turismo todo el verano.
- Durante la entrevista ha elogiado la posición de los clubes de convocar al resto de los actores sociales…
- Porque necesitamos fijar una política en conjunto. El turismo somos todos. Acá lo que falta es una gran interacción de todos, orientada a genera una gran cultura de turismo. Tenemos que ir hacia algo que nos sirva a todos (…) Hay que estar muy atentos al semillero de dirigentes. A los jóvenes que ocupan puestos relevantes en instituciones y organizaciones. Una de esas instituciones son los clubes. Es muy importante que esas instituciones se esmeren en formar dirigentes. Que se produzca un recambio generacional que sea beneficioso. El Carnaval, como otros emprendimientos de la ciudad, quedará en manos de nuevas comisiones, que deben estar preparadas para asumir las responsabilidades. Creo que éste es un tema crucial para el futuro.
- ¿Qué otro desafío visualiza?
- Creo que el futuro turístico de Gualeguaychú depende de la seguridad. Cuando la propiedad privada no es inviolable, por ejemplo, las posibilidades de desarrollo son nulas. Se viene todo abajo. En Gualeguaychú si no cuidamos eso, se pierde el turismo. Nadie va a querer disfrutar una ciudad donde prevalece la rapiña. Nada corre tanto a la gente como la perspectiva de la inseguridad.
Los números de la fiesta
El Carnaval, como espectáculo en sí, vendió 30 mil entradas menos que en 2011 (134 mil contra 161 mil entradas del verano anterior). Eso significó ingresos menores (de alrededor de 3 millones de pesos) para las arcas de los clubes. “Llovió durante cinco de las diez jornadas del carnaval”, según explicó el contador Diego Fernández Elgue.
A pesar de esta reducción, la última edición inyectó al circuito económico doméstico 149 millones de pesos. Este dinero surge de un cálculo sobre la conducta de consumo del turista del Carnaval, que combina montos y estadías.
Este verano el consumo en términos reales, descontada la inflación, fue menor al año pasado. Por persona, en promedio, fue de 372 pesos por día. Como sea, el gasto del turista del Carnaval viene creciendo en forma exponencial en los últimos años. En la crisis del 2002, por caso, fue de 23 pesos por persona y por día.
Una gran parte del público viene atraída por la televisión. Según el entrevistado, hay una estrecha relación entre la penetración del mensaje de ese medio y las entradas vendidas.
Por lo visto, en este verano la cobertura no fue la mejor. Este es otro de los motivos que explicaría la baja en las entradas. “El Carnaval le pone menos televisión, y tiene menos gente”, explicó.
Según las estadísticas, en tanto, este verano mejoró la permanencia de los turistas en la ciudad, que se ubicó en un promedio de entre uno y cinco días. Sólo el 25% del público que vino a ver el espectáculo se volvió la misma noche.
La mayoría de los turistas carnavaleros, como ocurre todos los años, proceden de Gran Buenos Aires y provincia de Buenos Aires. Allí se concentra el 50% del público.
Tradicionalmente seguía en el ranking Capital Federal. Pero la novedad es que Santa Fe y Córdoba, juntas, aportaron este verano más que Capital (16% de público contra 12%). “Estos cambios son producidos por el puente Victoria-Rosario”, explicó Fernández Elgue.
Fuente: Diario El Día de Gualeguaychu
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