martes, 2 de agosto de 2011
José Luis Gestro, alma del Carnaval de Gualeguaychú
José Luis Gestro murió cuando apenas tenía 33 años, en 1999. A esa altura, había ganado casi todas las temporadas del principal Carnaval de la Argentina, pero además había deslumbrado en San Pablo y Río de Janeiro y empezaba a conquistar la difícil Buenos Aires.
El profesor de Literatura Rodolfo García, recordado director del Colegio Nacional de Gualeguaychú, solía citar en sus inolvidables charlas informales, aquello que dijo Borges cuando murió Lugones: “seguimos escribiendo sobre sus manuscritos”.
Difícil, sin dudas, honrar mejor a alguien, que reconocer que uno pisa sus huellas, que uno recorre los pasos ya trazados.
Como si dijera Gardel o Julio Sosa en el tango.
Como Maradona o Pelé en el fútbol.
Como Gandhi si se habla de dignidad.
Como Charly García en el rock argentino.
Seguimos escribiendo sobre sus manuscritos…Dicho nada menos que por Borges, el escritor de más alto vuelo que daría la historia de la tierra.
Y con José Luis Gestro y el Carnaval de Gualeguaychú, la historia es similar.
Y por esas cosas de la vida y de los inexpugnables caprichos de la muerte, hasta él, José Luis, murió sin saberlo.
*El brillante alumno
José Luis Gestro había nacido un 11 de octubre de 1965 en Gualeguaychú, y murió el 2 de agosto de 1999, cuando apenas tenía 33.
Hizo sus primeros grados en Concepción del Uruguay, pero terminó la escuela primaria en Gualeguaychú, en la escuela Rawson, y la secundaria en el Colegio Nacional Luis Clavarino, desde donde se fue con el título de bachiller, como abanderado y con 9,30 de promedio.
Ya allí, con sólo 17 años, contaba con experiencia como diseñador y director de los trabajos que había presentado su curso en el tradicional Desfile de Carrozas Estudiantiles de Gualeguaychú, reconocido con justicia como un válido y valioso antecedente del Carnaval.
Ya había empezado a descubrir la magia incomparable del vuelo.
Todavía era uno de los tantos jóvenes de cara limpia, de saco azul y de carpeta bajo el brazo que salían del Nacional, cuando detectó que el sol del arte posaba sus rayos en el Carnaval de Gualeguaychú.
En 1981, cuando Numa Frutos dirigía la comparsa Kamarr, del Centro Sirio Libanés, José Luis hizo una carroza que era un castillo árabe. Fue premiada. José Luis tenía apenas 15 años.
Ese año y el siguiente, desfiló en la comparsa y fue el “embajador” de Kamarr. En 1983, con sólo 18 años y su flamante título de bachiller, presentó una carpeta y fue elegido director de Kamarr, con el tema “Esto es Tailandia”.
Al año siguiente llegó a Central Entrerriano, el club de Gualeguaychú que le abriría las puertas para iniciar, juntos, un camino triunfal desde la comparsa Marí Marí.
Cumplió 20 años. Lo llamaron para el servicio militar y quedó un año sin participar.
En 1986, cuando el Carnaval se realizaba en el llamado “circuito céntrico” de calles 25 de Mayo y Urquiza, ganó el primer premio con el tema Flash. Allí asomó con una sorpresa para el público creciente, que aplaudió el “tema espacial” como vanguardista, novedoso, diferente.
*La carrera
Entonces, con sólo 21 años, ingresó a la facultad. Se inscribió en la Universidad del Salvador, en Buenos Aires, en la carrera de Escenografía.
El plan del arquitecto de los sueños era el de pagarse los estudios con lo que pensaba que ganaría en la comparsa. También lo logró.
Su hermana Verónica –entrevistada fundamental para este artículo-, recuerda que José Luis pasó cuatro años sin vacaciones.
-Estuvo cuatro años sin vacaciones. Cursaba toda la semana, venía el sábado y trabajaba el fin de semana para dejar el trabajo encargado a las modistas de la comparsa. Así estuvo cuatro años. Se recibió con un promedio de 9,39…-dice Verónica con mezcla de emoción y de legítimo orgullo. Y agrega que la familia siempre lo acompañó en su brillante carrera.
*La seducción de la audacia
Iba y venía. Y Gestro seguía inventando.
-¿Por qué no traer la Opera al Carnaval, si todo es arte?- se preguntó José Luis cuando imaginó el Carnaval de 1987.
Así, en aquel verano llegó de la mano de una comparsa fastuosa: Aída. Fue, además, la primera vez que se escuchó el samba de Brasil.
La comparsa abría con las trompetas y la marcha triunfal de Aída, y un negro llegado de Brasil dirigía la batucada.
Desde entonces, mientras promediaba su carrera y le sumaba disciplina madura a la sangre veinteañera, José Luis convertía en pequeña a la vitrina preparada para las condecoraciones.
En 1988, el tema Scola Veneciana ganó el primer premio. En 1989, la espectacular comparsa con el trabajo Atlántida también triunfó, al igual que en 1990 con el tema Nabuco rey de Babilonia. La nueva década indicaba que el Carnaval crecía y debía dejar el circuito del centro de la ciudad. A Gestro también le empezaba a quedar chico.
En el verano del año 1991, el Carnaval se realizaría en las avenidas Primera Junta y Rocamora, o “la calle de las palmeras”. A Gestro se le ocurrió inventar un héroe de comic llamado Supermariman para homenajear a Nelita Bermúdez, artífice del nacimiento de la comparsa Marí Marí. El personaje que recreaba a Superman, salvaba a Nelita de todas las acechanzas. Ganó el primer premio.
A esa altura, José Luis ya demostraba su solvencia técnica para incorporar el uso de materiales no convencionales, como plásticos, cuerina, fluorescentes…Con ello impactó, marcó rumbos, diseñó el camino de un Carnaval que mudó del brillo de las lentejuelas y las piedras a otro tipo de materiales.
Desde los comienzos, además, fue un director activo, que diseñó y dirigió y que además fue integrante de las comparsas, es decir que pisó el escenario que imaginó para su comparsa.
En 1992 presentó el tema Emperatriz Marí Marí, pero el Carnaval fue suspendido por la epidemia de cólera en la Argentina. Cosas de un país celestial y diabólico que siempre se mete en las historias de todos.
A esa altura, ya como escenógrafo profesional y como ganador de varios títulos en Gualeguaychú, y con menos de 30 años, lo llamaron de San Pablo, Brasil, para diseñar y dirigir la scola Mocidade Alegre, que tenía 2300 integrantes. Su hermana Verónica lo acompañaría en aquella inolvidable aventura por el país del Carnaval más impactante del universo.
Allí iniciaría una vida de viajes constantes, hasta que llegó a Río de Janeiro y desfiló al lado de los más grandes. Conoció a Joao, a Lucas Pintos, que le regaló un diseño, y salió en Unidos de Viradoro y luego en otras scolas, la última vez con traje de fantasía diseñado especialmente para él.
En 1993, cuando lo contrataron en San Pablo, armó dos comparsas en forma simultánea. Verónica recuerda que vivía en San Pablo y viajaba una vez al mes a Gualeguaychú para organizar Marí Marí. Ya hablaba perfectamente el portugués.
En el verano siguiente, en 1994, volvería a sorprender y a ganar el primer premio en Gualeguaychú con Combustible para la ilusión. Desembarcó en el escenario con innovaciones en materiales y lanzó mensajes contra la contaminación ambiental y el imperialismo.
-Todo lo que se hace en arte, y a pesar de que el carnaval sea algo frívolo, debe tratar de contar una historia, de dejar algo, de dejar un mensaje para todas las clases sociales. Y como esto es popular, hay que buscar una forma popular de comunicar el mensaje…- le decía José Luis a Verónica.
En la misma línea, en 1995 presentó Afrú Sambó, Marí Marí llegó, tema que contó la conquista, la llegada de los esclavos. En la historia de un negro esclavo llamado Afrú, incluía fuertes críticas a la conquista de América y a la esclavitud. Gano el primer premio.
En 1996, cuando el Carnaval se despedía de las avenidas y se acercaba al nuevo corsódromo, la comparsa de Central Entrerriano llegó de la mano de Gestro con Gon Dwana, tierra de Marí Marí. El talentoso director sostenía que América y Africa habían estado unidos y se detenía en la prehistoria de ambos continentes, para relatar nuestros principios, cuentos de dinosaurios, de los primeros habitantes, todo representado en las escuadras. Ganó.
*En el corsódromo
El 17 de enero de 1997, Gualeguaychú vivió una noche inolvidable. Luces artificiales iluminaban el cielo real y treinta mil personas asistían a la inauguración del corsódromo en el Parque de la Estación. Gualeguaychú, en realidad, tocaba el cielo con las manos.
José Luis les habló a sus comparseros y salió a la pista. Había imaginado el corsódromo así, y para ello había diseñado carrozas más grandes.
Fue la primera comparsa que escribiría la historia del nuevo escenario, frente a las cámaras de los canales importantes y en directo por Crónica TV.
Llegó con Mburucuyá la reencarnación de la tierra. En realidad, un homenaje a Gualeguaychú. Había creado un tema de fantasía a partir de la flor autóctona, y reivindicaba a los indígenas de la región.
El exitoso héroe Supermarimar regresaría de su mano al año siguiente, en 1998, con el tema Marí Marí Superstar. Era una nueva historia, con una temática espacial.
En 1999, cuando ya avizoraba lo que se venía en materia tecnológica, presentó Ciber Marí Marí, con admiración pero con advertencias. En la ocasión, basó su técnica artística en la escuela Bauhouse (Alemania, 1919, minimalista), que elaboraba sus diseños en colores nítidos y en formas geométricas muy definidas.
El personalmente abría la comparsa en el desfile. Casi como una despedida.
En el año 2000 se presentó la comparsa Sueño en una noche de verano. El ya no estaba porque había fallecido en agosto de 1999, pero había dejado todo encaminado y conversado.
-No había terminado los diseños, pero dejó claramente las ideas. La comparsa fue terminada por Fabián Dumucet con mi colaboración. Y Martín Ayala se encargó de las carrozas.
*Audaz y transgresor
Siempre buscó sorprender. Siempre fue transgresor, audaz.
En Afrú Sambó, año 1995, presentó el primer desnudo del Carnaval de Gualeguaychú: una chica con el cuerpo pintado que sería sensación.
-Hacía cosas artísticas y audaces, pero siempre buscaba la estética, priorizaba la estética. No utilizaba el desnudo porque sí, sino con una justificación artística- dice Verónica.
Su hermana apunta también sobre su carisma con la gente, su forma espontánea de ser, su capacidad de trabajo.
-Mientras estaba haciendo algo, al mismo tiempo estaba pensando en el futuro. En realidad, dejó muchas ideas guardadas para que otros siguieran- remarca.
Quienes lo conocieron, además, rescatan la capacidad de conducción sobre la base de la autoridad, no del autoritarismo. Era, ciertamente, exigente y perfeccionista, pero predicaba con el ejemplo del trabajo.
*Con aires porteños
En su exitosa carrera profesional, también dejó huellas en Buenos Aires.
Allí realizó presentaciones, diseños de vestuarios para agencias publicitarias y lanzamientos de productos. También trabajó en vestuario de algunas obras de teatro y diferentes exposiciones en el centro cultural Recoleta, en el centro Borges y en la Universidad del Salvador
Fue invitado a importantes programas de televisión, ya que en Buenos Aires estaba creciendo artísticamente y tenía muchos proyectos
Cuando se introdujo la fibra óptica en la Argentina, él armó la presentación.
Fue invitado al carnaval de Tucumán como profesor, dirigió en el naciente carnaval de Hasenkamp, Entre Ríos. En 1999 hizo un desfile de modas con el ballet del Teatro Colón, donde desfiló Julio Bocca. El preparó el vestuario para esa muestra. Llevó parte del vestuario de Ciber Marí Marí. Ya se codeaba con los grandes: estaban Gino Bogan y el ballet de La Plata
Así, pese a su temprana desaparición, se convirtió en una de las máximas figuras que ha tenido el Carnaval de Gualeguaychú.
En Marí Marí, la comparsa de Central Entrerriano, Gestro logró la casi inigualable marca de diez triunfos en el Carnaval de Gualeguaychú. En efecto, sus trabajos obtuvieron el primer premio para Marí Marí en los años 1984, 1987, 1988, 1989, 1990, 1991, 1994, 1995, 1996 y 1998.
Era el mago, el visionario.
Los periodistas, que no siempre tenemos noticias, inventamos una vez que murió cuando tenía 33 años.
En rigor, una información nunca desmentida, pese a que ya son cientos los testigos que aseguran que lo vieron volar sobre el corsódromo, algunos años después de la supuesta desaparición.
Aquella vez pensamos –y éramos varios- que no podía ser verdad su muerte.
Era él el que espiaba entre las estrellas.
El, el que se detenía en las luces que estallaban en el cielo.
El, el que caminaba entre los redoblantes.
El, el de la voz de la arenga.
¿A qué mediocre se le ocurre que podía morir él, el inventor del brillo?
¿Cómo podría viajar sin regreso el cóndor enamorado de la belleza; el gorrión que sigue ultimando los detalles?
¿Dónde se va a meter el fabricante de los sueños del verano, el celoso guardián del esplendor, el gendarme de la magia, el vestuarista que regresa en el obstinado y eterno aleteo de las fantasías?
¿Cómo podría faltar en el mañana él? ¿O no fue acaso él quien diseñó las huellas del futuro con sus duendes carnavaleros de soberbias galeras?
Fabián Magnotta
GENTILEZA DE MAXIMA ON LINE
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